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Estamos en unas fechas adecuadas para recordar la figura de Sant Jordi y la historia que para nosotros la rodea. Con el Centro Europeo ya visitamos la Villa de Montblanc, localización donde según el Costumari Catalán de Joan Amades pasó la famosa leyenda de Sant Jordi. Sin embargo sería bueno saber que el 23 de abril, a pesar de ser día de trabajo, se «paralizan» la mayoría de nuestras ciudades y pueblos en Catalunya.
Si bien la biografía de San Jorge no está consensuada, sí sabemos que era un caballero (cristiano o pagano) que murió el 303 dc en Nicomedia. Pronto la historia de su martirio el popularizó entre la población y se expandió su veneración. Serán los cruzados los que traspasarán su culto de oriente a occidente, posibilitando así que Sant Jordi sea el patrón de la caballería y nobleza catalana.
Los inicios de la fiesta de Sant Jordi los tenemos que buscar en la nobleza barcelonesa que durante la edad Media celebraba su festividad organizando el Born, torneos, justas y diferentes juegos de armas que dotaban de solemnidad la fecha, aunque el toque aristócrata que tenía la jornada alejaba la fiesta del pueblo.
Tenemos constancia también que en el siglo XV en Barcelona ya existía una feria de rosas y claveles (las rosas simbolizaban las mujeres y los claveles los hombres) era un día donde las parejas prometidas, los novios recién casados y los matrimonios jóvenes acudían a los alrededores de la Generalitat para disfrutar y mostrar con una rosa, el amor que se profesaban. Será en 1456 cuando las Cortes Catalanas declaran San Jordi Patrón de Cataluña. Es a finales del siglo XIX que la fiesta del 23 de abril se vivirá con más intensidad y con el movimiento de la Renaixença cogerá un carácter más patriótico, cívico y cultural. La rosa se vincula claramente con esta fiesta desde sus inicios.
La misma leyenda ya nos da una explicación de la rosa como obsequio de este día. El caballero Sant Jordi después de un combate encarnizado con el dragón, dónde la bestia cayó muerta y de su sangre nació un rosal con unas rosas intensamente rojas que el caballero ofreció a su doncella. Hay otras posibles explicaciones para la donación de este obsequio; ya sea por la leyenda, por la fiesta del s. XV, por la tradición del amor cortés o por reminiscencias romanas la rosa se ha convertido en un símbolo de amor de las parejas, haciendo del 23 de abril el día patriótico de Sant Jordi, pero también el día por excelencia de los enamorados. Si la tradición reserva una rosa para la enamorada, nuestro enamorado recibirá un libro. Un gesto introducido en el siglo XX que sumará a la fiesta del patrón de Catalunya, el día del libro.
En 1927 una iniciativa del escritor valenciano Vicente Clavel propone una fiesta para promover el libro en Catalunya; escogen el día del nacimiento de Cervantes, el 7 de octubre. En 1929 el mismo gremio de libreros cambian la fecha al 23 de abril, fecha que coincide con el entierro de Miguel de Cervantes en 1616, la muerte de Josep Pla en 1981 e incluso la muerte de William Shakespeare (según el calendario juliano) 1616. Esta instauración traspasó fronteras cuando en 1995 la Conferencia General de la UNESCO decretó el 23 de abril como Día Internacional del libro. Enamorados, rosas, libros, fiesta, ambiente, primavera … ¡ 23 de abril un día que nos hemos hecho nuestro y nos encanta!
Profesora Adriana Ayabar